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Tarta de queso fría con base de galletas Lotus

Cocinar me resulta algo fascinante y oscuro al mismo tiempo. Combinando una serie de alimentos que ya de por sí me valdrían para llenarme el estómago, consigo algo mejor, un resultado que no solo servirá para saciarme, sino que además me gustará y/o no me matará. Diablos, suena estupendo.

Ahora, lo complejo reside en la precisión y la exactitud de la mezcla. En algunos casos no hace falta complicarse mucho. Es difícil fallar, por ejemplo, con la cantidad de agua para cocer la pasta. Ahí uno sin mucho esfuerzo puede convertirse en todo un experto. En cambio con la preparación de la salsa holandesa que acompaña a los huevos benedict me encuentro más inseguro. Llamadme precavido.

Con esta premisa, cuando en invierno los amigos de Lotus nos enviaron a mi y a Carmen una caja con sus productos retándonos a realizar una receta navideña, se apoderó de mí la angustia. ¿Cómo explicarles que no soy el adecuado para esta tarea? Pero, ¿y si no me envían las galletas? ¡Están buenísimas! ¡Y son comida! No se le puede decir no a la comida. Así que adelante. Acepto el reto.

Busqué en la red, la mejor amiga de los vagos e inútiles, la forma más sencilla de realizar una receta que dejase disfrutar de todo lo bueno de las galletas Lotus (más allá de mojarlas en leche, que es lo que me mola). Encontré la solución en un blog de abuelas: tarta de queso fría. Ni horno ni tonterías, media hora y solucionado. Y esto más o menos lo que ocurrió:

Los ingredientes son: masa de galletas Lotus (venía en el paquete que me enviaron, pero si no la encontráis por ahí se puede fabricar triturando las galletas), queso crema, nata, mantequilla o margarina (yo usé la primera porque no tengo miedo a la muerte) y mermelada. Además, necesitamos uno o dos recipientes para hacer las mezclas, un molde desmontable y una batidora eléctrica.

El proceso es muy sencillo. Mezclas las galletas con la mantequilla y extiendes el resultado dentro del molde. Eso es la base. Te lo puedes comer ya, pero espera, créeme, pasan más cosas luego. Bien, ahora monta la nata mientras echas poco a poco el azúcar. Cuando lo hayas hecho, añade el queso crema y vuelve a mezclarlo todo. Extiende el resultado encima de lo anterior. Añade la mermelada, déjalo un rato en la nevera y listo. Hay que fregar y esas cosas, pero eso no se pone en los blogs de recetas, que queda muy poco trendy.

Como se puede observar en el vídeo, tuve algunos contratiempos. Debería haber montado la nata con una batidora pero utilicé una simple varilla de cocina, lo que hizo el proceso algo más laborioso. Luego, una vez finalizada, al añadir la mermelada (de ciruelas y casera, por cierto) me di cuenta de que la tarta debería haber estado un rato antes en el congelador o la nevera, para que no se mezclaran la masa y la mermelada. También debería haberme dado cuenta del tamaño de mi cabeza que tapaba la luz del vídeo.

Ahora en serio: el resultado estaba buenísimo y básicamente se debe a esa crujiente base de galletas Lotus. Sabéis que os chiflan y creo que no estáis acompañando vuestros platos con ellas lo suficiente. Espero que os haya gustado esta anti-receta y reto a Carmen a hacerlo pero en plan bien.

Un abrazo gastrónomos, pronto más cosas.

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