Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Punto de inflexión

No se me ocurrió mejor manera de hacer mi primer artículo de opinión en Yantar que hablando de mi visión de este Madrid Fusión 2018 y que ahora quiero compartir aquí.

Veintiséis años. Ocho de los cuales me he dedicado y me dedico profesionalmente a la gastronomía. Los anteriores los empleé en disfrutar de ella de forma inconscientemente feliz. He tenido la suerte de visitar múltiples restaurantes allá donde he viajado gracias a la afición por este mundo que heredé de mi padre, y esto me llevó, a posteriori, a haber roto la hucha para ir a cuantos congresos gastronómicos existían a mi alcance. Hay adolescentes a los que les gustan los festivales musicales y a los que les apasionan los gastronómicos. Tiene que haber de todo en la viña del Señor.

Mentiría si dijese -ya tras haber pasado por la Universidad de Ciencias Gastronómicas de Italia- que no me he dejado deslumbrar en múltiples ocasiones por técnicas, por tecnicismos o por cocineros hipsters que han marcado un antes y un después en una revolución que parecía haber tocado techo. Lo bueno de aparentemente haber llegado al fondo, en cualquiera de las historias, es que se necesita de un punto de inflexión, y por tanto, de una reflexión inevitable para seguir hacia adelante. Se puede decir que Madrid Fusión ha superado con creces ese momento en el que parecía que nadie podía ofrecer nada nuevo y vaticinaba el apocalipsis “gastro” en el que los congresos se convertirían en un circo sin elefantes, al que ningún aficionado profesional quisiese ir, ni tan siquiera con uno de esos pases que tanto costaba obtener años atrás.

Lejos de llegar a escuchar una y mil veces las maravillas del Roner y la cocina al vacío, a un científico explicando la composición de un plato o las estupendas y prostituidas esferificaciones, me ha sorprendido un ejército con soldados de distintas regiones luchando por la defensa de sus productos autóctonos, de las tradiciones y de los orígenes. Creo que hay pocas palabras que sinteticen tanto en tan poco como el término orígen. Al fin y al cabo, no hay mayor virtud que saber potenciar y ser embajador del territorio en el que se ha germinado tu cocina y tus ideas.

Reale Seguros Madrid Fusión -dejemos para otra ocasión lo del nombre-  se ha visto marcada de nombres y apellidos, de alimentos con documento nacional de identidad, como decía Marcos Morán en su ponencia “El oricio, yodo del Cantábrico”, y como demostraron en los fogones dos veteranos del Km 0 como son Nacho Manzano y José Antonio Campoviejo.

Pero si algo me llamó la atención fue el denominador común de toda charla, el homenaje a los antepasados que hicieron muchos de los chefs que pisaron el escenario de este congreso. Volvemos al origen. En contraposición a lo que acostumbrábamos a ver, o bien, showcookings que parecían charlas de los mejores coaches de la quinta avenida, se dejaron ver personas con historias y anécdotas familiares, apelando los manidos sabores de infancia pero esta vez de verdad, de la buena, conjugando gastronomía, historia y territorio. Quizás se han dado cuenta que la creatividad, por si sola, no es la gallina de los huevos de oro.
Parece que nos va a venir bien esto de dejar a un lado la cocina efímera, con platos que pasan a ser olvidados de edición en edición, y nos damos cuenta que la cosa más imperecedera es la tierra de la que procedemos más allá de modas, tendencias y trending topics .

2 comentarios

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

¿Te gusto? Compártelo

Enlaces de interés

Aviso legal
Política de privacidad
Política de cookies
Términos y condiciones

© G de Gastronomía by Carmen Ordíz

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies