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Gastronomía y diversidad funcional. Un mundo diverso.

¡Hola gastrónomos! ¡Hola gastrónomas! Agradecer a Carmen Ordíz que nos de un huequito en su espacio para hablaros de algo que aparentemente pudiera no tener que ver con la gastronomía y que en cambio si lo tiene y mucho.

Todos somos conscientes de que vivimos en Un Mundo Diverso y quien más y quien menos disfruta de una buena comida, de un buen pincheo pero aún hoy en pleno siglo XXI una persona con diversidad funcional no puede en ocasiones acudir a donde le gustaría.

Vamos, antes de nada, a aclarar que persona con diversidad funcional es aquella que por nacimiento o sobrevenida en algún momento de su vida padece algún trastorno. Estos pueden ser de tipo:

  •  físico
  • sensorial
  • intelectual
  • e incluso de tipo alérgico.

Persona con diversidad funcional es la evolución que ha tomado lo que hace muchos años era: minusválido, discapacitado, persona con discapacidad o persona con diversidad funcional. Esta terminología trata de englobar todos esos elementos a priori diferenciadores como uno solo.

Explicado lo anterior nos encontramos con que una persona con diversidad funcional, según el tipo que sea debe de valorar a que restaurantes acude ya que no todos son aptos aunque es cierto que en los últimos tiempos cada vez más la hostelería toma conciencia de la importancia que tiene ser accesibles a todos los públicos.

Las personas con una diversidad alimenticia, siendo los más conocidos los celiacos, se encuentran ante el dilema de la higiene en las cocinas que eviten la contaminación de los alimentos. Desde hace algo más de un año por ley es obligatorio disponer en las cartas de los restaurantes de elementos identificativos que permitan conocer si un determinado plato es apto para celiacos, alérgicos a la lactosa, al huevo, etc.

Las personas con movilidad reducida se enfrentan a la posibilidad de acceder al local y que el mobiliario sea accesible, que las mesas dispongan de espacio suficiente para aproximar una silla de ruedas o que la altura de mesas y asientos no limite a las personas de talla baja. Son solo dos ejemplos.

Por último y para cerrar este repaso rápido hablaremos de las personas con diversidad sensorial por problemas de visión lo que les impediría una lectura de cartas, menús, etc de forma autónoma si en el local no se disponen de éstos en sistema braille, así como cuentan con la limitación de no localizar correctamente elementos como los servicios, escalones, o incluso la disposición de los cubiertos, platos y vasos en la mesa. Por su parte las personas con sordera e incluso los sordomudos encuentran sus dificultades a la hora de transmitir al personal lo que desean tomar.

Sin duda son todos elementos que con buena voluntad y concienciación se pueden superar y hacer de la gastronomía un universo sin barreras.

¡Hasta pronto!

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Sergio Gónzalez

Un comentario

  1. Pingback: Que nadie nos robe nuestros sueños – Una ventana abierta a la diversidad funcional

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