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Cocinar alcachofas de forma sencilla

¡Hola gastrónomos!

Hoy vengo con una receta que he descubierto hace poquito y que me soluciona la continua guerra con las alcachofas, tan deliciosas como engorrosas si no sabes cómo cocinarlas. MariaSole, mi compañera de piso romana, hacía unas al horno rebozadas que eran una auténtica maravilla pero… no tengo la receta, aunque espero hacerme con ella y compartirla con vosotros muy pronto.

Para no hacer esta entrada eterna, me voy a poner seria y dejaré de lado por un rato mis recuerdos gastronómicos. En primer lugar, quiero aprovechar para decir que la alcachofa es considerada una planta medicinal por sus innumerables propiedades beneficiosas y que lo que nosotros nos comemos es en realidad la flor. Sí, has leído bien, la flor.

Repito, lejos de enrollarme y dar la lata con un montón de tecnicismos me quedaré con las cosas más importantes. Pero, si queréis saberlo todo sobre la Cynara scolymus aquí os dejo un link a la página botanical-online, una web que utilizo con frecuencia para buscar información botánica.

Como decía, entre los beneficios que aporta su consumo, destaca su composición de cinarina – de ahí su nomenclatura científica Cynara scolymus -, este principio amargo no solo confiere sabor, sino que es óptimo para el correcto funcionamiento del hígado, ya que favorece la función biliar y ayuda, por tanto, a la digestión . Además tiene propiedades diuréticas. ¿Quién no ha oído hablar alguna vez de la famosa dieta de la alcachofa? Pues por ahí van los tiros.

Bueno, dejando aparte temas de dietas milagro en las que ya sabéis que no creo, consumir alcachofa supone un aporte de fibra significativo, por lo que es un alimento perfecto para nuestra flora intestinal. Y si aun no te he convencido, es un chute de vitaminas y minerales estupendo, por lo que, por ejemplo, si tienes anemia te viene genial.

Ahora que ya me he enrollado con sus virtudes, pasamos a la acción. Para esta receta solo necesitas cuatro ingredientes: unas buenas alcachofas, un limón, aceite de oliva virgen extra y sal. ¿Sencillo, verdad?

Comenzaremos quitando las hojas de fuera, con quitar las dos últimas, si la alcachofa es buena será suficiente. Cortamos a la mitad y colocamos en la bandeja del horno.

Una vez tenemos las alcachofas cortadas, les pondremos un chorrito abundante de aceite de oliva por encima. Con un rallador, rallaremos la corteza del limón sin llegar a la parte blanca, ya que sería aportar demasiado amargor.

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Os mentiría si os dijese que no utilizo el microplane (el rallador naranja de la foto). Ya os he hablado de él en más de una ocasión y se lo recomiendo a todo el mundo. Es una de esas cosas sin las que no podría vivir. Su precio ronda los 30€, puede que un poco caro para ser un simple rallador, pero os aseguro es una compra de la que no os arrepentiréis.

El aceite, del que también os he hablado en más de una ocasión, es Yo,verde, un AOVE de los cerros Úbeda, de recolección temprana y extracción en frío. ¡Una auténtica joya!

Lo único que nos queda es hornear a 180º durante 30 minutos. La clave está en que, pasados los primeros 10 minutos, tapemos las alcachofas con una lámina de papel de aluminio. Así evitaremos que se queden demasiado tostadas.

¿Sabías que…

la alcachofa es el principal enemigo de los sumilleres? Hay quien dice lo contrario, como por ejemplo Ferrán Centelles, sumiller de El Bulli, pero lo cierto es que es un alimento con el que no puede cualquier vino, o bien, es más difícil su maridaje. Esto se cree que es debido a la cinarina, que unida a los taninos, compuestos que generalmente se encuentran en los vinos tintos, produce una sensación metálica en boca. Es por esto que antiguamente se solía recomendar un maridaje con vino blanco, ya que su contenido tánico es por norma inferior. Aun así, como no me gustan las cosas encorsetadas, y además este mito se está desbancando poco a poco, yo disfruté de este plato con un garnacha, Cientruenos de la bodega Pura Garnacha y salió del paso airoso. Este vino es de la D.O Navarra y es 100% garnacha.

También recuerdo que una vez, con mi sumiller del alma, Juan Luis García, del Grupo Manzano, en Casa Lobato pedimos alcachofas y Luis nos sugirió beber un 904 de Rioja Alta. No solo pudo con ello, sino que maridó a la perfección. ¡Qué delicia!

Buenos gastrónomos, hasta aquí el post de hoy, espero que probéis la receta, que os quede espectacular y que disfrutéis probando maridajes.

G de Gastronomía

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