La Puta Gastronomía y más libros gastronómicos que recomiendo

Mi madre el día del libro siempre me compraba uno. Daba igual de lo que lo quisiera con tal de que leyera.

También reconozco que no sé en qué momento cambié de Kika Superbruja a Carlos Ruíz Zafón pero si del rol tan importante que tuvo la hater (AKA mi madre en Instagram) en el desarrollo de mi pasión por la lectura.

Si pienso en la infancia veo a mi madre leyendo en muchas de las escenas que se vienen a mi cabeza y una que recuerdo con mucho cariño fue cuando antes de la Primera Comunión, leyendo las plagas bíblicas, se moría de risa con mis reacciones de drama queen. Todas las noches invertía su tiempo, por muy cansada que estuviera, en venir un rato a leer o a cerciorarse de que leyera cuando ya me hice un poco “más mayor” y ya se iban sumando unas cuantas hojas al libro de mi vida.

He de añadir que nunca viví la lectura como una obligación sino como un entretenimiento, es por eso que me pongo cardiaca cuando oigo a padres castigar con ir a leer. ¡Terrible castigo! Qué será lo próximo en penitencia, ¿comer helado de pistacho?… Los niños no deberían vivir la lectura como algo aburrido o negativo…

Como decía al inicio, he crecido rodeada de libros y he visto a mis padres leer. Al final, como en todo, se predica con el ejemplo.

Hoy, unos cuantos años más tarde y con el manuscrito de una amiga en la mano, solo puedo agradecerles por todas las páginas que han pasado a mi lado.