Gastrónomos, sigo vivo. Poco a poco vuelvo al blog de Carmen y retomo nuestra sección de cine y gastronomía. Mientras espero a que vuelva MasterChef, se me ha ocurrido una cosa. Les voy a hablar, en este primer post del curso 2016/2017, de cinco series que me apasionan y en las que he encontrado mucho contenido gastronómico: en la mayoría, comer o beber juega un papel fundamental. Luego en los comentarios, o aquí o en facebook, díganme qué serie les apetece más que expanda y amplíe. Y yo, con gusto, lo haré.
Juego de Tronos
La mayor serie del mundo. La que ha transformado a toda una generación en seriéfilos, pero también la única que ha conseguido juntar una deslumbrante cinematografía y una estética única con un entretenidísimo ritmo narrativo, plagada por personajes memorables (aunque efímeros).
En Juego de Tronos se come y se bebe mucho. George R. R. Martin ha plagado sus tierras de diferencias geográficas y climáticas, y podemos observar desde un miembro de la Guardia de La Noche calentándose con un estofado bajo el frío Muro hasta un jinete Dothraki comiendo carne de caza acompañada de fruta fresca recolectada por sus mujeres.
Otro fenómeno curioso es como la gastronomía real de los lugares en los que Juego de Tronos se rueda ha cambiado con la serie. Desde Osuna hasta Dubrovnik, ciudades de todo el mundo han aprovechado el turismo que les garantiza ser el paraje en el que ha paseado la Khaleesi o en el que ha luchado Jaime Lannister. En ellas, se puede encontrar carne de dragón, platos con nombre de los personajes o degustar un brunch medieval.
House of Cards
Las conversaciones privadas que el espectador a menudo mantiene con Frank Underwood ocurren, en ocasiones, con una taza de café entre las manos, mientras se prepara el desayuno, o cuando se come un sándwich de mantequilla de cacahuete. La serie de David Fincher cuenta además con Freddy, el experto cocinero que sirve a Frank sus increíbles costillas, y con el que desarrolla una de las más interesantes relaciones de la serie.
Mad Men
La América de los años sesenta, madre de nuevas formas de ver el mundo, seguía resultando muy tradicional. Muchos de los tratos que se cerraban entre la agencia de Don Dreaper y sus clientes lo hacían tras una buena comida de negocios, una copa y un cigarro. Además, las conquistas de Dreaper se sucedían en bares y restaurantes. Es particularmente representativo este capítulo en el que la marca Heinz prácticamente se escapa de una cena incómoda entre el postre, el café y las bebidas. Pero la situación es reconducida con elegancia por Don y Megan. Tras el pitching, cambian el café por el champán.
Breaking Bad
¿Cocinamos? Puede que la receta más famosa de Heisenberg sea la de la metanfetamina y no la del pato a la naranja, pero en la serie de Vince Gilligan también hay comida. Alguna dueña de momentos clave, como aquel desayuno de Walter White con bacon y huevos, la pizza que se queda en el tejado, o las escenas del restaurante de comida rápida Los Pollos Hermanos.
Louie
Si no conocen la serie con más personalidad de este siglo, la única capaz de competir con un referente como es Seinfeld, corran a verla. Su creador, Louis CK, incluye la comida en sus capítulos de una forma muy parecida a Scorsese o Tarantino, haciendo que esta nos hable de la personalidad de sus personajes. Por supuesto, la serie es una comedia (prácticamente siempre) e incluye gran cantidad de comida basura. Una de sus genialidades es el bang bang. Genialidad que debería ser ilegal, pero genialidad al fin y al cabo.
Esto ha sido únicamente un aperitivo, gastrónomos. Espero sus respuestas, para profundizar en la serie que más les atraiga. Poco a poco iré contándoles lo mejor y lo peor de este mundo, en el que lo audiovisual y lo gastronómico se juntan. Un placer, como siempre.